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Channel: La Cantina de Bibiana Faulkner – SinEmbargo OPINIÓN
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Pierdo pertenencia pero gano identidad

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"Stop" por David Herrera (@dondeestadavid)

“Stop” por David Herrera (@dondeestadavid)

Pocas personas logran una emancipación de la ideología familiar, acto que respeto, admiro y aplaudo de pie. Por ideología familiar me refiero a ese cúmulo de preceptos, prejuicios, complejos y patrones que se han engordado sin descanso desde antes de nuestro nacimiento y, mucho ojo –y más cuidado–: misma que nosotros reproduciremos si decidimos repetir la historia de nuestros ancestros.

Por emancipación de la ideología familiar me refiero al buen uso del derecho que tenemos de romper el paradigma para hacer una vida diferente, para hacerlo todo diferente, para hacer lo que queramos diferente, pero no por eso sin amor y sin consciencia. Y es que hay tipos de paradigmas, por ejemplo: en mi familia paterna, mi abuelo rompió el esquema que se trataba de que en su familia nadie estudiaba, nadie salía del rancho y todos se dedicaban a ser campesinos; entonces, mi abuelo decidió abandonar su vida campesina para irse a estudiar buscando darle a sus hijos un ejemplo diferente. Así como hay quien decide divorciarse de su pareja aun cuando en la familia no había divorcios, o estudiar Filosofía en una familia de abogados, o ser el primero de la familia en irse del país. Son esos casos en los que se pierde pertenencia pero se gana identidad, pues sucede que la pertenencia se pierde cuando se cambia de paradigma (cuando la familia excluye o nosotros mismos nos excluimos); y nos cambiamos de casa, de modelo, de cielo porque sentimos otro camino como el adecuado, como el más bonito: hago lo que me hace sentir bien; estoy con quien me hace sentir bien; seguiré una vocación que me hace sentir bien; tengo un dios diferente al tuyo –o no tengo ninguno–; quiero una familia nuclear distinta a la tuya, una de varón-varón; no votaré por el PRI; llegaré desvirgada al matrimonio –si es que llego al matrimonio– o no me casaré.

Y no es retar, ni deshonrar, ni avergonzar, ni menospreciar al sistema familiar, sino ejercer el derecho a romper el modelo buscando una felicidad más plana y más presente. Queridos todos que viven una vida que no quieren por miedo al rechazo: antes de repetir una historia que no desean o antes de vivir una vida miserable, díganse –si es posible hasta el cansancio–: tengo derecho a hacerlo diferente.


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